viernes, 13 de junio de 2008

VIII. EL BUDI.


El Budi.

O lo que es lo mismo, don Pablo.

Sin duda uno de los azotes del colegio. Su filosofía, explicada con susurros, se convertía en una de las asignaturas reina. Podías estudiarla como la que más, pero a la hora del examen la sentencia era para casi todos la misma: culpable, culpable de no saber quien firmaba el comentario de texto del libro, culpable por no recordar un mínimo detalle dentro de una enorme e interminable pregunta aderezada con un sin fin de folios. Podías saberte el libro de memoria, que si no escribías aquel detalle que dijo en clase un mes atrás, eras culpable, y tu castigo era una susurrada bronca y un difícilmente recuperable cate.

Don Pablo, alias el Budi, ni que decir tiene que su parecido físico con el actor director y músico era asombroso, era un hombre muy delgado, ojos pequeñitos refugiados tras unas lupas de montura negra, facciones marcadas con gesto grave cuya boca de mínimos labios levemente caídos como si marcaran las ocho y veinte, denotaban una tristeza infinita. Explicando un tema, le acompañaba un susurro cansino que obligaba a poner la oreja en posición de máxima atención, o en posición "plancha", esto es, cruzar los brazos sobre el pupitre cual niño bueno, pero resbalando las posaderas ligeramente hacia atrás de manera que el borde anterior de la mesa del pupitre no te molestase en el pecho cuando tu oreja se apoyara sobre esos brazos previamente cruzados. O sea, planchar la oreja mientras el profesor soltaba su insufrible rollo.
La postura que adoptaba el maestro cuando explicaba, tampoco tenía desperdicio. Su agilidad para la edad que tenía era asombrosa. Se sentaba en su silla de forma pausada, una vez que ajustaba sus mínimas nalgas en el asiento, vencía el cuerpo de manera que su codo derecho pudiera reposar casi en el vértice de la mesa. En el preciso instante en que apoyaba el codo, su pierna izquierda se alzaba con grácil movimiento sobre la derecha, cuyo pié parecía apuntar hacia el exterior, y enroscaba el pié izquierdo por la parte de atrás de la pierna derecha envolviendo los gemelos con el empeine del pié. Solo con verlo, nos daba dolor de pierna, sin embargo él podía estarse la hora entera sin cambiar de postura. A esto hay que añadir que cuando tenía el codo apoyado, y su mano derecha apuntando hacia el techo del aula, colocaba la mano izquierda encima de la otra, como si cuadrase unos dedos contra los otros. Su impasible gesticulación, más bien su nula gesticulación, se veía alterada cuando se sorprendía o disgustaba, entonces abría un poco la mandíbula inferior, respiraba hondo y entrecortado alargaba un poco los músculos de la comisura poniendo boca pitorrita, elevaba las cejas de forma que las dejaba casi verticales, sus ojos se hacían aún más pequeños y le salían unas arruguitas de expresión en la frente que le dejaban la cara más triste si cabe. Cuando parecía que iba a explotar, susurraba de nuevo:

- Por caridad Montero, deja de hacer esos ruidos infernales, nos vas a trastornar a todos.
- Pe... pe... ¿pero que he hecho?. Si solo he colocado los folios.

Montero tenía la costumbre, como tantos otros de poner varios folios debajo del que estaba escribiendo, como para acolchar un poco y sentir más blando el trazo de la escritura, en vez de escribir directamente con un solo folio encima del pupitre. Dicho esto, tras unos renglones de escritura, a veces los folios que había debajo se descolocaban, entonces se cogían todos entre las manos, y tras darles dos leves toquecitos contra la mesa "clack clack" se colocaban y continuabas escribiendo. Esos dos pequeños clacks clacks, eran los ruidos infernales que alteraban el orden perfecto de la clase, y reventaban los tímpanos del profesor.

La tercera vez que ocurría esto y el Budi se desencajaba, hacía que todos estuviéramos más pendientes de Montero esperando que llegara la cuarta, y la quinta y más, pero cuando iba a levantar los folios se daba cuenta y no los chocaba, pero susurraba -" es que manda huevos el tío este", y es que cuando de repente el profesor se reclinaba con las cejas para arriba desencajado, en esa décima de segundo todos mirábamos a Montero y Montero nos miraba a todos con la cara de preocupación del que se sabe inocente y se siente acusado, mientras desde el estrado le atravesaba la fría mirada sin vida del enseñante. Entonces agachando la mirada veía que los folios estaban aún en posición vertical prácticamente apoyados sobre su pecho, los colocaba con suavidaz sobre la mesa, e intercambiaba una mirada con el educador como diciendo "lo ve, no ha pasado nada", y el profesor tras morderse el labio de abajo y mirar al cielo, imploraba y continuaba la clase hasta que alguna tos, estornudo o Montero le estomagaban de nuevo.

A la fatídica hora de los exámenes, obligaba a poner todos tus datos empezando por los apellidos, en la parte superior derecha del folio, y debajo de tus datos había que hacer con líneas rectas un rectángulo de unos cinco centímetros, dividido con dos rayitas de manera que quedaran como un casillero con tres departamentos.

Al finalizar el examen, en el primer casillero tenías que poner la nota que creías merecer y se lo entregabas. Al día siguiente, recogías de nuevo el examen y se lo dejabas al compañero que se sentaba justo detrás de ti mientras que el último se lo pasaba al primero de la fila.

Entonces empezaba la corrección del examen, interrogaba al azar a algún pobre desdichado, y cuando le había dejado en ridículo era cuando el profesor decía justo lo que valía como respuesta, el resto era paja. Tras la corrección punto por punto, el compañero debía ponerte en el segundo casillero la nota que posiblemente habías sacado, o que según su criterio habías sacado.

Una vez hecho esto te podías llevar el examen a casa, analizarlo y ver donde tenías los fallos y así comprender por qué te había puesto esa nota tu compañero. Los novatos aprovechaban esta situación para pegar el cambiazo, rescribir de nuevo las preguntas y dejarlo perfecto, ya que al día siguiente el profesor recogería los exámenes para rellenar el tercer recuadro, el verdaderamente válido.

Alegre y ufano, entregabas el examen al profesor, esperando que al corregirlo él, tu nota sería envidiable. Nada más lejos de la realidad, el muy zorro sabía que le habías dado el cambiazo porque le había puesto una marca inapreciable a cada folio de cada alumno, una o dos marcas diferentes por folio, y se las había apuntado en su cuaderno. Por ello recogía el examen primeramente, y al día siguiente te lo devolvía sin corregir.

Normalmente el primer casillero era el del optimismo, tú te ponías la nota. El segundo casillero era el de la esperanza, tu compañero hacía lo posible para que no suspendieras. Y el tercer casillero era el que te devolvía a la realidad.

El Budi se llevaba los exámenes entonces a su cuarto y empezaba su corrección. A veces, en las oscuras tardes de invierno, si te fijabas desde el patio del colegio en la ventana del dormitorio del Budi, podías ver tras un visillo blanco la silueta de éste paseando lentamente con un folio en la mano, era una situación propia de una película de terror, frío, de noche, el único ruido el de un coche que en la distancia pasaba por la avenida de Portugal, oscuridad casi total excepto por una luz en el tercero que se entrecortaba al paso del malvado y siniestro profesor. Era hipnotizante, podías oír los latidos en tu pecho y el vaho saliendo por la boca al compás de una respiración acelerada, mientras pensabas qué hago aquí, ya no queda nadie, yo me voy a mi casa.

Cuando estabas por los soportales y te acercabas a la luz del jol de entrada del colegio, oías el tintineo de unas llaves y una voz que te decía: - se puede saber qué haces todavía por aquí, mañana hablamos con el jefe de estudios, ¡hala!, para casa de una vez, a estudiar, y notabas la acerada punta de las llaves pinchándote el cráneo. Eran los modales de Don Felipe, hombre de faz tan rojiza, que parecía como si de pequeño le hubiesen amamantado con vino.

Pensativo porque a lo peor al día siguiente te castigaban por haber sido el último en salir del colegio, te ibas a tu casa sabiendo que atrás, en el tercer piso podía estar el Budi ya con tu examen, los folios colocados en su atril de corrección, y un cansino pasear por la habitación.

Al día siguiente entregaba los exámenes y entonces el sonido más emitido era similar al que hace una ballena cuando resopla, y el comentario más escuchado el de jopé la que me va a caer. Ambos, sonido y comentario, se podían escuchar en boca de Montero, que sin duda cambió la forma de interpretar la filosofía.


El sueño: fases.

Para poder explicar con claridad el significado de esta cuestión, es necesario que nos preguntemos dos cosas primordialmente, que a su vez pueden englobar o no, nuevas preguntas. Estas dos cosas son:

1.- ¿Qué es el sueño?

2.- ¿Qué son las fases?

Todo ello nos lleva inevitablemente a una nueva cuestión que sería:

A.- ¿Cuáles son las fases del sueño?

Pero esta última cuestión solo tiene sentido si damos por hecho que el sueño tiene fases, por lo que antes de preguntarnos por las fases del sueño, deberíamos seguir un orden y plantearnos primero:

a.- ¿Tiene fases el sueño?, en caso afirmativo pasar a la cuestión "A".

Y si apuntamos por los caminos del silogismo deberíamos plantearnos el siguiente:

- Si la vida tiene fases y
el sueño tiene fases, entonces
La vida es sueño.

Lo cual significa que en tiempos remotos a Calderón de la Barca le plantearon esta misma pregunta y llegó a la misma conclusión, de la cual escribió su famoso libro.

Recapitulemos: ¿qué es el sueño?

- El sueño es la reacción que adopta nuestro cerebro ante un estímulo incapaz de mantenerlo atento y que lo arrastra inexorablemente hacia la vigilia.

Esto es muy importante porque si no decimos lo de la vigilia entraríamos a debatir entre si lo que hace no permanecer atento al cerebro es el sueño o el aburrimiento.

En ese debate no hay que entrar, puesto que son dos cosas diferentes, y que a priori no tienen nada que ver la una con la otra. Una persona puede estar muy atenta a un espectáculo que sea muy aburrido, y provocarle o no el sueño. Por la misma razón, estar asistiendo a otro espectáculo, esta vez muy divertido y agradable, pero tener un sueño espantoso que no te permite estar atento. Evidentemente esto no quita que el aburrimiento te pueda causar sueño, aunque quizá no eras consciente de que ese sueño ya lo tenías.

Por otro lado: ¿Qué son las fases?

- Las fases son cada uno de los estados sucesivos que conlleva un hecho.

Por tanto: ¿Qué son las fases del sueño?

- Cada uno de los estados sucesivos que conlleva dormir.

¿Cuáles son esas fases?

- En primer lugar tenemos la acción. La acción sería el estímulo que nos llega del exterior, del entorno, dígase una melodía, una luz, un olor, una sensación etc.

- En segundo lugar estaría la reacción. La reacción sería la respuesta de nuestro cerebro a esos estímulos.

De la reacción salen las subfases que nos llevan al sueño.

- Lentitud en el parpadeo, dejando los párpados al 65 % de su apertura total.

- Pausada respiración.

- Indiscreta gesticulación facial con retorcimiento de los músculos bucinadores que hacen que el maxilar inferior se separe del superior.

- Bostezo caracterizado por el repentino alzamiento de una de las manos hacia la apertura oral, tensión de la pared abdominal, y pequeñas explosiones producidas en los oídos internos que permiten tras las mismas una mejor audición.

- Lagrimeo o encharcamiento lagrimal de los ojos, que delatan el estado de somnolencia que se está provocando en la persona que hubiera conseguido disimular las subfases anteriores.

Una vez que hemos pasado por el punto de la reacción, nos encontramos en la tercera fase:

- En tercer lugar estaría la somnolencia o estado en que el cerebro empieza a desconectar de la realidad para sumergirse en los oscuros mares del cuarto lugar.

- En cuarto lugar estaría la vigilia, o sea estás durmiendo, baja un poco la temperatura corporal, te relajas plenamente y una vez agustito, el cerebro escapa del cuerpo haciéndote viajar por lugares insospechados, volando, cayendo al vacío, conociendo gente, hablando con los muertos, sumergiéndote en otra dimensión.

- En quinto lugar estaría el despertar, caracterizado unas veces por la recuperación experimentada, y otras veces por el mal humor con el que nos levantamos a menudo y que suele concluir cuando envías al cerebro una dosis de cafeína y de glucosa.

domingo, 8 de junio de 2008

VII. EL 24 DE MAYO.


El 24 de Mayo.

Venid y vamos todos, con flores a María, con flores a María que madre nuestra es. Mayo, el mes de las flores, y qué mejor flor para regalar a María que una buena acción.

Durante todo el mes de mayo, nos preparábamos espiritualmente para no desagraviar a nuestra Madre, para no disgustarla, bajo la atenta mirada de los profesores que si interpretaban que podías haber ofendido a María, también interpretaban el suplicio que María te habría impuesto como correctivo. Y a fe mía que tenían una forma muy locuaz de interpretar el castigo Divino, dos días tardó Pepe "cabecita" en barrer y fregar la iglesia, ya que como la tentación del maligno le había llevado a poner las suelas de los zapatos en el reclinatorio, quiso la Providencia inspirar a Don Ángel Santamaría, que en Gloria esté, para imponer semejante pena. Óscar, el "mirapaquetes", tuvo que quedarse por la tarde a limpiar todos los borradores de todas las pizarras del colegio, por limpiar el de su clase golpeándolo contra el alféizar de la ventana. De esta manera quedaba redimido el disgusto que le habías causado a María.

Todos los días íbamos a las nueve y media a rezar al gimnasio, los alumnos del bachillerato juntos, tras formar en fila de a dos en el patio. La oración se alargaba ocho o diez minutos más en el mes de mayo, así como se imponía la misa y la confesión de los miércoles a la una de la tarde. Te llevaban a la capilla, te sentaban en los primeros bancos, y mientras tanto dos curas mayorcitos, esperaban en la parte de atrás, con los ojos medio cerrados y un rosario al que iban dando vueltas y más vueltas en espera que algún pecador se acercara a ellos para recibir el perdón.

Pasaban los minutos, y la cinta de música coral que se oía de fondo llegaba a su fin, todo era silencio y recogimiento, pero casi todos lo único que hacíamos era mirar el reloj. De pronto sonaba la vocecilla de Don Manuel, que dirigiéndose a alguno al azar le preguntaba:

- Bueno, tú qué..., es que no tienes ningún pecado para confesar.

- Es que no se me ocurre nada...

- Vaya con el niño perfecto, ya tienes uno, por vanidoso a confesarte.

Miraba a otro y más de lo mismo:

-Qué..., ¿están ricas las pipas?, como vea una sola cáscara en el suelo...

-No son pipas, son garbanzos asados.

- Pues a confesarte, por glotón.

Así uno a uno iba asociando nuestros actos con los pecados capitales, obligándonos a ir al confesor para después dar una breve misa donde nos recordaba que debíamos ser limpios de alma y espíritu como Domingo Sabio. No obstante, se puede asegurar que al terminar la misa tras habernos confesado y comulgado, la mitad de la gente ya estaba en peligro mortal otra vez.
Los viernes de mayo por la tarde, nos llevaban al teatro del colegio, enorme, lúgubre, con cientos de incómodas butacas repartidas en dos plantas. En la parte de arriba, las últimas butacas rozaban casi con el techo, y en esa pared del fondo, en el medio, había un ventanuco por el que salía la luz del proyector, detrás del aparato, "el Parlante" manejándolo con habilidad. A nosotros nos sentaban abajo, donde esperábamos a que se apagaran las luces para empezar el acoso y derribo a Don Florentino, que una y otra vez nos daba un fogonazo con la linterna buscando al graciosillo que molestaba.

Tras varios minutos sin dar con los autores de las fechorías, nos amenazaba seriamente a todos con castigarnos a escribir la lección hasta las nueve de la noche si no dejábamos de armar, y no es que paguéis justos por pecadores, decía, porque unos sois autores, y otros cómplices por no acusar a los autores, de esta manera conseguía un poco de silencio. Enfocaba con la linterna hacia donde estaba "el Parlante" meneando el brazo de arriba a abajo a modo de consigna, y empezaba el espectáculo.

De repente, un volumen atronador que se regulaba más tarde, y una voz que decía:

CENTRAL CATEQUÍSTICA SALESIANA presenta: BAMBO.

Bambo, era un niño de color, de color negro, que habitaba en África, y que mediante unas filminas, los padres salesianos nos mostraban la vida de esa gente, y de los logros y necesidades de los misioneros y misioneras por aquellas tierras.

Ante todo captábamos el mensaje, las carestías que padecía Bambo, y aún así era un niño feliz, disfrutaba de lo poco que tenía, compartía un muñeco de madera, un palo con un aro y otros juguetes propios de la edad, de la edad de piedra, ya que los pobres no tenían nada más, y aún así eran felices a su manera, mientras que nosotros, niñatos mimados y privilegiados de occidente, por nacer unos kilómetros más al norte que Bambo, protestábamos porque no nos gustaba el color del coche teledirigido, y desperdiciábamos cosas que Bambo no se imaginaba que existieran. Quizá por eso era más feliz.

Salíamos del teatro cegados, pero con prisa, y con un fugaz cargo de conciencia, que se pasaba en cuanto los ojos volvían a adaptarse a la claridad, mientras don Florentino miraba como nos alejábamos seguramente pensando la suerte que teníamos frente al bueno de Bambo.

Así iba pasando el mes de mayo, entre rezos, castigos clases, filminas y un esperado pero soporífero día de ejercicios espirituales, del que lo mejor era, que ese día no había clase, aunque el catecismo del padre Astete te desbordaba por las orejas.

- El día más esperado.

Pero para día esperado, el de las doce horas de futbito, donde el que quería podía organizar un equipo de fútbol, y tras pagar una módica cantidad por "la ficha", participabas en el torneo.

Aquel año, el equipo favorito lo había organizado J A, el "Josito", que dentro de que era buen chaval, era muy influenciable y de fácil manejo por aquel que tuviera una sola neurona pensante más que él. Desde el momento en que captó para su equipo a F I C el "macagua", al "Viri" al "Juanri" y dos peloteros más, aquellos que quisieran ganar el torneo no tenían más que hacerle la rosca a Josito para que le dejase jugar en "su equipo".
Tanta estupidez le podía dar resultado con chavales de personalidad dudosa, que tenían que afianzarse una posición social de liderazgo a base de meterse con los más débiles, o escudándose en el protectorado de los gorilillas para que cada vez que humillaban a algún muchacho, éste no pudiera revolverse contra ellos.

Recuerdo que al bueno de Ricardo el "cachas", le hicieron el feo de no ficharlo en el equipo, cuando habían jugado cientos de veces juntos, e incluso habían sido compañeros todos los años atrás en el mismo campeonato. Ese año, Ricardo había dado un par de guantazos a alguno de los pelotilleros de Josito, que ni siquiera jugaban debido a que sus limitaciones físicas solo eran superadas por sus limitaciones intelectuales, pero que aún así tenían influencia sobre el voluble Josito.

Lejos de desanimarse, porque lo importante era participar, o eso decían los curas, Ricardo organizó un equipo de proscritos, con todos aquellos que les hubiera gustado jugar en el equipo del pobre Josito, pero que no les dejaban por no ser tan guai, o por saber leer, o por no catear casi todo.

Una de las cosas que tuvo en cuenta a la hora de sacar un equipo inicial, era el tamaño de los jugadores, factor que fue importantísimo para ir pasando eliminatorias, ya que en muchas ocasiones, la carencia de habilidades balompedísticas, era suplida por la fuerza de choque.

Quiso el azar que el último partido, el que lucha por el oro y la plata, fuese lógicamente el equipo de Josito, y casualmente el de Ricardo.

Todo eran adversidades, ya que excepto aquellos alumnos que sufrían en silencio el acoso escolar, que estaban a favor de Ricardo, el resto iba con Josito, porque así quizá subirían un peldaño y serían "masguáis".

Según trascurría el partido, la prepotencia, la chulería y la altanería de los Jositos, así como los insultos y risotadas del sector de la clase que les apoyaba, iba en aumento. Ello no pasó desapercibido para los cientos de personas de todas las edades que acudieron a ver la gran final, y que poco a poco se fueron poniendo de parte de los de Ricardo y contra los Jositos y los "masguáis" que les animaban.

El partido terminó teniendo que llegarse al lanzamiento de penaltis, debido a que al árbitro, que fue Don Manuel Montes, alias "el Montes", se le debió parar el cronómetro o a saber qué, ya que el último minuto, duró aproximadamente diez minutos más, justo hasta que los Jositos empataron el partido, en cuyo instante sonó el silbato y se pasó al lanzamiento de penas máximas con el consiguiente mosqueo y miradas asesinas de los de Ricardo hacia el juez de la contienda. Tras los lanzamientos, la victoria se decantó a favor de los de Ricardo, que además fue el protagonista ya que actuó como portero, paró un lanzamiento, y marcó acto seguido el gol que les daba el triunfo.

Si divertido fue ver como alzaban el trofeo, por las circunstancias que rodearon a la creación de aquel equipo de proscritos, más divertido fue ver la cara que tenían los Jositos, que lloraban como nenas su derrota. La parte más vergonzosa la protagonizaron parte de sus animadores "masguáis", que se les abrazaron para llorar todos juntitos mientras gritaban con pataleta, que los merecedores del oro eran ellos, pero la realidad es lo que cuenta, y solo uno es el campeón, sólo el mejor lleva el oro, y no fueron los Jositos. Bueno, miento, porque la copa de campeones tenía que quedar expuesta en clase hasta después del día grande, el 24 de mayo, y un día desapareció robada por uno de los Jositos. Nunca más se supo.

Por fin, llegaba el 24 de Mayo, a las diez de la mañana la gran misa de los alumnos, en la que los más pequeñitos se sentaban en los primeros bancos vigilados por la señorita Manoli, María Ignacia y Micaela y según nos alejábamos del Altar Mayor, iban ocupando esos asientos los cursos por edades, desde los más pequeños hasta los de C.O.U. bien vigilados de cerca por los seglares Don Carmelo, Don Alberto, Don Victoriano, Don Timoteo, La señorita Toñi de inglés, Don Alfonso, Don Jesús Ormaechea, Don Félix, Don Luís María, el Maiquel, Don Manuel Segado etc.. .mientras que todos los profesores curas del colegio daban la misa al unísono con el temido director Don Lorenzo.

Una hora después, por fin escuchábamos eso de:

- Podéis ir en paz.

Y mientras se accionaba el resorte de nuestros inquietos traseros se oía por la megafonía del sacro recinto con voz firme y enérgica:

- Sentaos todos ahora mismo, el orden de salida es por la puerta de atrás hacia el patio empezando por C.O.U. en silencio, seguido de tercero A - B - y C, luego los segundos y así sucesivamente, despacio, sin ruidos y obedeciendo a los profesores. Id saliendo.

E íbamos saliendo mientras cantábamos el himno propuesto de juntos como hermanos, miembros de una iglesia, vamos caminando, al encuentro del Señor.

Ya en el patio sonaban los petardos, los gritos de los más pequeños, las carcajadas de los más mayores y el tintineo de las llaves de don Felipe, tintineo que se silenciaba sólo para colocar las llaves entre los nudillos, haciendo más eficaz el dolor que causaba el capón que te propinaba si pensaba que te lo habías ganado. Mientras, tras el visillo de la ventana de la tercera planta, si sabías donde mirar, vislumbrabas la imagen de don Pablo, oculto, huraño, distante, solo.

Cuando llegaba la noche, a las diez y media, cientos de personas, alumnos, padres, profesores, antiguos alumnos y todo aquel que quisiera, se congregaban en el patio del colegio y alrededores para ver el último homenaje de las fiestas a María Auxiliadora. Daban comienzo los fuegos artificiales de Salesianos, buen espectáculo pirotécnico teniendo en cuenta los posibles que podía tener un colegio. El encargado de lanzarlos era el "Parlante" con el malogrado Don J C que falleció tras recibir la explosión de un artificio.

Todo eran risas, conversaciones entre gente que hacía, quizá años que no se veían, intercambio de teléfonos y "ohes" de admiración cuando un cohete de los grandes iluminaba el cielo de vivos colores pareciéndolo desgarrar tras la enorme explosión.

Veinte minutos después, del castillo de fuegos sólo quedaba el olor a pólvora, la gente salía por la puerta grande de la calle del Padre Astete, y en la oscuridad del patio se veía la tenue luz que salía de la ventana del tercero interrumpida por la paseante sombra de Don Pablo.

Al día siguiente, a menos que fuera domingo, las aguas volvían a su cauce, carreras por el patio para formar filas, oraciones en el gimnasio, silencio por las escaleras y los ¡Ay! de Pepe "cabecita" y de otros acosados recibiendo collejas y algún bofetón de Javi "melenas" en plan gracioso, o de Ajenjo "el creído" por otros llamado "babas" en plan mafioso busca broncas siempre protegido por cuatro o cinco macarras desescolarizados.

Recogíamos cada uno lo que hubiera llevado como decoración del aula para las fiestas y escuchábamos año a año el mismo sermón que nos recordaba que aunque ya era tarde, todavía había algo de tiempo para recuperar parte del tiempo perdido durante el curso. Y es que apenas faltaban veinte días para la llegada de las vacaciones de verano para unos, y del terrible cursillo de recuperación de julio para otros.

VI. EL MAYQUEL.


El "Mayquel".

Era el profesor de inglés. Evidentemente no se llamaba Alfredo. Don Miguel, alias el Mayquel, no era precisamente un Adonis, pues físicamente distaba mucho de conseguir un puesto como galán de Hollywood. Su cabeza, de forma muy redondeada, lucía un peinado Anasagasti, cuya raya se dibujaba un centímetro por encima de la oreja derecha, o quizá de la izquierda, y unos largos cabellos negros recorrían cual arco de medio punto la superficie de la tiesta, intentando disimular la calva que había ido dejando el paso inexorable del tiempo. Tales cabellos, se alejaban alrededor de ciento sesenta centímetros del suelo siendo generosos, sobre un tallo de complexión más bien delgada, pero que se abombaba majestuosamente por la zona abdominal, de lo cual se deduce que se sentía cansado para hacer ejercicios barriguiles, y además, casi seguro, que le gustaba saborear líquidos más complejos que el agua.

Siempre daba la clase de pié, erguido sobre unos zapatos y a veces sobre unos botines, siempre de tacón alto, que le hacían parecer mejor mozo. La mano izquierda oculta en el bolsillo del pantalón, con la que jugueteaba a veces con las llaves haciéndolas tintinear, a veces con los innombrables haciendo un movimiento característico, en el que sacaba ligeramente hacia atrás sus posaderas, levantaba un poquito una de las piernas, dejándola apoyada sobre la punta de ese pie de la talla treinta y cinco, y desde el interior del bolsillo se podía percibir claramente, como tras presionar sus partes blandas, hacía un movimiento rotatorio ascendente que le aliviaba momentáneamente el prurito. Este gesto podía repetirse no menos de cuatro o cinco veces a la hora. Evidentemente, esto no pasaba desapercibido para nosotros, que buscábamos cualquier excusa para trompetear la nariz y provocar la mofa de los compañeros.

Se decía de él, que era más vago que Moisés, que separó las aguas para no aprender a nadar. Yo ahí no quiero entrar, pero lo que sí es cierto, es que de cada hora de clase, media la dedicaba a contarnos historietas, lo cual hacía las delicias del noventa por ciento de los alumnos, historietas basadas seguramente, en el primer fascículo de cada colección que se publicaba, y que dependiendo del tema que se tratase, él era o no era, protagonista de tal episodio.

No obstante, el Mayquel era un hombre ameno, tranquilo, de trato afable y muy pasota, que nunca intentó complicarnos la vida con exámenes demasiado difíciles aunque tampoco regalaba aprobados, ahora bien, si alguna vez él pensaba que se había pasado en dificultad, abría la puerta del aula, y hacía como que paseaba por el corredor, para que nos diera tiempo de copiar algo, provocando una tos justo antes de entrar de nuevo para que recogieras y no te pillara con las manos en la masa. Estaba claro, que Mayqueles, sólo había uno.

Sus exámenes normalmente consistían en un dictado, cinco o seis frases para traducir, y una parte de vocabulario con veinte o treinta palabras, pero alguna vez introdujo además, algún temita para desarrollar. Ahí es donde Montero estaba en su salsa.




W. Shakespeare.

Es sin duda el personaje más famoso de Inglaterra, más incluso que la reina, y a la par con los Beatles cuando menos.

Nació en Stratfor on Avon en 1564 y murió muy joven allí en 1616. Aunque en aquella época vivir más de cincuenta años era un montón, porque sin ir más lejos, a principio del siglo XX en España un labrador de cincuenta años era un anciano total, aunque también es cierto que pocos azadones tuvo que coger Shakespeare ya que estaba socialmente más que acomodado, pues si no me equivoco su madre era de posición social alta.

En su círculo de amistades lo llamaban Willy o William, quizá alguno lo llamaba Bill. Pero en España se lo conoce más por Séspir.

Aunque no es que fuera un gran escritor, se fue perfeccionando con el tiempo y con buenos maestros, hasta llegar a ser el mejor dramaturgo, porque en comedias, y tragedias no destacó demasiado, le faltaba chispa.

Tiene muchas obras de reyes como Richard III o Richard II, lo cual es curioso porque mira que escribir primero al tercero y segundo al segundo cuando lo lógico es hacer primero el segundo y segundo el tercero, pero ya se sabe que si los ingleses conducen por la izquierda, te puedes esperar que escriban también de cualquier manera.

Esto nos hace plantearnos la pregunta de si en tiempos de Séspir se conducía por la izquierda o por la derecha, o es que al ser coches de tiro se iba por el centro y el primero que llegaba era el primero en pasar, o quizá el primero en llegar era el segundo y el segundo era el primero, no importa porque lo que si es cierto es que el octavo era el último ya que la última obra que escribió antes de morir fue Enrique VIII.

A parte también escribió obras para que el público se metiera en el pellejo del personaje, poniendo en un dilema a ese personaje para que se viera en la tesitura de caer en pecado o hacer justicia, tal es el caso de Hamlet, y me explico, este hombre se ve en la tesitura de vengar a su padre matando al que lo mató, pero si se venga y lo mata cae en pecado por no perdonarlo y ser mal cristiano, pero si no lo mata cae en vergüenza ante su padre y ante si mismo, porque cómo vas a poderte mirar al espejo sabiendo que el asesino de tu padre anda suelto y que por el mero hecho de ser cristiano hay que perdonarlo. Pero cómo vas a mirar a Dios y te vas a presentar ante Él con esa mancha de haber matado en venganza. La verdad es que es un problemón, y lo mejor es que no maten a tu padre para no comprobarlo.

También escribió Othelo, Mac Beth y Romeo y Julieta, la cual alcanza su cénit cuando los Dire Straits le pusieron música haciendo un magistral solo de guitarra Marc Knoffler.

El genitivo sajón.

Esta expresión se la apropiaron los ingleses, porque realmente no es de ellos ni de su idioma. El genitivo es según el latín lo que equivale al complemento del nombre en español. Por tanto ahí está la primera farsa, el genitivo es latino, no inglés.
Por otro lado tenemos la palabra sajón. Los sajones son los naturales de Sajonia, y esto tampoco es inglés, si no alemán. Lo único es que en una época algunos sajones emigraron a las Islas Británicas, pero eso no importa porque también en España hay chinos y no decimos que comer con palillos sea un estilo español. Lo que pasa es sencillamente que a los ingleses les gusta mucho apropiarse de la cosa ajena aunque no les sirva para nada, y si no que se lo digan a Gibraltar, porque aunque ellos digan que es suyo, Gibraltar es español, y si a los gibraltareños no les gusta, que se vayan a su Isla.

Por lo tanto y para resumir, el genitivo sajón no es inglés, aunque lo usen, exactamente lo mismo que pasa con Gibraltar más o menos. Deberían ser originales y cambiarle el nombre y dejar de apropiarse de lo que no es suyo, pero teniendo en cuenta que es un idioma antiguo y poco evolucionado, hasta se les podría perdonar que tengan que buscar las ideas fuera por lo escasos que están en su casa.

Explica y analiza una canción inglesa o americana que te guste.

Personalmente no me gusta demasiado la música inglesa ni americana, aunque reconozco que no son malos y tienen muchas melodías pegadizas. Pero nosotros también. A mí me gusta la de My car was stolen to me, de Manolo Escobar, o como se diría en mi pueblo: “mi carro me lo robaron”. Que es una canción que no pasará de moda nunca. Además, si analizamos la canción, tiene que ver mucho con los ingleses y se podría sacar un tema que fuese: Gibraltar was stolen to us. Ahora bien, la culpa fue de Manolo, porque si nos fijamos en la canción, dice que se lo robaron estando de romería, o sea, de fiesta. Seguro que si hubiera estado trabajando o hubiera sido taxista no se lo habrían robado. Hace mucho hincapié en una pregunta, y es que dónde estará su carro, y nos recuerda a todos que donde quiera que esté, es suyo y sólo suyo.

Resalto esto, porque sin duda Manolo Escobar debería ser el Ministro de Asuntos Exteriores, y recordarle a los ingleses que no hay nada que negociar, y que digan lo que digan, Gibraltar is de Spain.

Análisis de los verbos irregulares.

Los verbos irregulares son como dice la propia palabra, aquellos que no son regulares, ya que de ser así, la pregunta habría sido otra.

La mejor forma de entenderlo, es hablando de los verbos regulares, ya que como en tantas cosas, a veces se entienden mejor las cosas cuando te explican lo contrario.

Por ejemplo, el verbo beber es regular, ya que habitualmente bebemos, así como comer dormir o estudiar. Sin embargo hay acciones que no hacemos habitualmente como subir al Everest, pues eso sería un verbo irregular. Por tanto tenemos que tener en cuenta una cosa, y es que no todos los verbos son regulares o irregulares por una característica exclusivamente gramatical, puesto que con el ejemplo anterior, si uno es alpinista y sube todos los días al Everest y baja, para él sería un verbo regular, así como para el insomne, el abstemio, el pobre del tercer mundo, o el vago, los verbos dormir, beber, comer o estudiar, serían verbos irregulares.



El auxiliar "Do".

Más que un auxiliar sería un apócope, aunque no exactamente un apócope, más bien una contracción, aunque tampoco sea muy exacto, porque las contracciones depende de quien las tenga, o de quien hable, por ejemplo no es lo mismo preguntarle a un deportista que qué es una contracción o preguntárselo a una mujer gestante, lo que estoy aclarando es que poéticamente, aunque no sea un poema, era la palabra que se utilizaba para el adverbio interrogativo "dónde".

Ya se dijo en el poema de Mío Cid -"Do vais hideputa que uno sólo es el caballero que os acomete" aunque en verdad era "non fullades" o lo que es lo mismo no huyáis, y quizá más que en el Cid fuera en El Quijote pero que valga el ejemplo. Más fácilmente y con ello queda suficientemente aclarado actualmente podríamos decir: ¿Do vas? y responder: Do me plazca. Como podemos observar, esto también sale en inglés, "Where do you go"?, y el inglés respondería: Do me plazca pero en inglés.

Por otro lado, sería la primera y última nota de la escala musical, la cual posiblemente venga de Domine que para quien no lo sepa se refiere a Dios, por eso de Yo soy el principio y el fin, y nuevamente tenemos el ejemplo en inglés. Si tú dices en español: ¿Quieres? y el otro dice Sí quiero, aunque no se esté casando, porque puedes haberle ofrecido un Lacasito, bueno pues esto en inglés sería: Do you want? - Yes, I do. O sea, al principio y al final, lo que nos lleva de nuevo a la Biblia y a que la teoría de que Do, viene de Domine es tan cierto como que el sol brilla cada mañana en el Este.

Y por último, ya metidos en música, está el do de pecho, o nota más alta que da un tenor, y ahí ya da igual que cante en español, italiano o inglés.

En resumen nos encontramos las tres partes del do:

- Do como donde.
- Do musical.
- Do como principio o fin de frase.

V. EL GARBANZO.


EL GARBANZO.

Era uno de los compañeros de partida de Don Manuel. Don Alfonso era normal, cara normal, facciones normales, gafas normales, de unos cuarenta años allá por los ochenta, extremeño, sin nada destacable a no ser un hermoso mostacho que cuando era lengüeteado con la punta de la lengua de derecha a izquierda una y otra vez, provocaba la mofa del alumnado. Ese gesto de chuparse el bigote lo hacía sobre todo cuando se quedaba en silencio, con la mirada fija y el rostro serio clavado en un alumno que no podía aguantar la mirada y agachaba las orejas para evitar que justo en el momento de mirarse fijamente el docente y el alumno, alguien trompeteara la nariz, y se te escapara el más mínimo esbozo de sonrisa que fuera interpretado por el maestro como un agravio y una falta de respeto que no podía tener perdón. Mientras esta situación duraba, nunca menos de treinta interminables segundos, la lengua seguía perfumando los pelos del viejo bozo, que a lo largo de la tarde podía recibir litros de babilla.

Su cabello, de color decadente y peinado a escoplo, mostraba que el hombre había sido un rubito de ojos azules, cuya única limitación en la juventud para haber arrasado con las mozas del pueblo era los apenas ciento sesenta centímetros que le alejaban del suelo, y que los vestía con pantalón de verde pana gruesa, y jersey de punto por cuyo cuello asomaba otro perteneciente a una camisa a juego. Aún así, estaba casado y tenía dos nenes que crecían en el mismo colegio.

Era bajito, sí, pero de amplia espalda y redonda testuz, con un gesto que le hacía parecer un hombre de pocas bromas, por lo que nunca fue ni de lejos un profesor vacilado, y mucho te guardases de meterte con él porque no aprobabas historia ni en un millón de años, y si no, que se lo pregunten a Juan Carlos el "Chini", al que hizo repetir tercero de B.U.P, con solo la primera evaluación de historia suspensa, esto es, por unas treinta páginas de un libro tuvo que perder un año entero de su vida, y todo porque creyó que un día se había reído de él. Y es que en Salesianos no podías pasar a C.O.U. con el más mínimo suspenso.

Como profesor no era malo, sabía lo que decía, y controlaba bien su asignatura. Medía los tiempos perfectamente para que le diera tiempo a dar absolutamente todo, y si para ello tenía que mantener un ritmo infernal, lo mantenía sin problema. Al mismo tiempo que se aceleraba, su timbre de voz se disparaba de manera que se le podía oír a varias aulas de distancia. Ese ritmo diabólico, a menudo le traicionaba, le hacía cometer errores, sobre todo cuando hablaba de fechas llegando a decir que Mahoma nació en La Meca en el año 570, y que murió en Medina en 1632, una larga vida de 1062 años que habrían provocado los celos del mismísimo Matusalén. A parte, el jolgorio del alumno que atento a estos fallos, lo había cazado, y que con sus aspavientos, risitas y miradas hacia atrás buscaba un amigo con el que compartir algo de cachondeo.

Montero, extremeño también, no se llevaba mal con D. Alfonso, pero lo que no pudo nunca disimular era el coraje que le daba cada vez que el profesor lo llamaba a su mesa para comunicarle algo, y es que era terrible lo que salía de ese bigote, aunque retiraras un metro la cara para evitar que el aliento te golpeara directamente, el lagrimeo lo tenías asegurado, pues el hedor de salibillas en mostacho, es difícil de olvidar y te puede dejar marcado de por vida.

La Historia y la Geografía tampoco se libraron de la sapiencia de Montero.

He aquí algunos ejemplos.


El Paleolítico.

Es una Era, y se llama así, porque ya no es. Pasó hace muchos años, y es la época del hombre de las cavernas, o sea que vivían en cuevas, ya que no tenían demasiados medios para construir otro tipo de casas.

En el Paleolítico podemos diferenciar dos partes:

1º.- Parte positiva.

2º.- Parte negativa.

En la parte positiva podemos destacar lo ya mencionado de la vivienda, con la que podemos nuevamente distinguir partes positivas y negativas.

La parte positiva de vivir en una cueva es que potencia el ahorro de la familia, no debían pagar alquileres y eso supone un pellizco importante, además de que son fresquitas en verano y conservan buena temperatura en invierno.

También estaban más seguros que a la intemperie, sobre todo de noche.

Tantas comodidades les dio pie para inventar el arte, ya que las paredes con pinturas de su vida cotidiana quedaban menos tristonas que si no las hubieran pintado, y gracias a eso sabemos tantas cosas de como vivían.

Ahora bien, no pensemos que es oro todo lo que reluce, porque la parte negativa de vivir en las cavernas es que no avanzaban en ciertas cosas, se estancaban, porque el motor de una economía como la que conocemos es el turismo y la construcción, y si se encontraban la casa hecha, no necesitaban construir, y cualquiera se arriesgaba a buscar otra cueva, con lo que por tanto el turismo no se estiraba.

Esto en cuanto a lo positivo del Paleolítico.

En la parte negativa debemos reseñar que cómo harían los pobres para ver de noche, porque no había luz artificial, ni teléfonos, ni nada de lo que tenemos ahora, eso por no hablar de las medicinas, ¿se imaginan un dolor de muelas paleolítico? Mejor ni pensarlo. Así que la vida debía ser más dura de lo que nos creemos.

No obstante las cosas aunque han cambiado hay muchas similitudes, y me refiero al estilo de vida, ya que la gente tira hacia el campo para escapar de la gran ciudad, los ermitaños viven en cuevas, seguimos pintando las paredes solo que antes se llamaban pinturas rupestres y ahora se llaman grafitis, ellos no conocían la rueda y ahora hay mucha gente sin coche, hacían hogueras y danzaban en torno a ellas, así como ahora también hacemos igual en San Juan, cazaban un toro y hacían una fiesta, y ahora tenemos la fiesta de los toros, mataban una cabra a garrotazos y actualmente, aunque de forma más depurada se coge a la cabra y se la arroja desde un campanario y tantas y tantas similitudes entre las dos épocas. Y es que quizá, no ha pasado tanto tiempo desde el Paleolítico, es más, quizá en vez de una Era es un Es.


La II Guerra Mundial: Inicios. Rómel. Consecuencias.


La 2ª Guerra mundial es, como su nombre indica, la que va después de la 1ª (guerra mundial, claro). Se conoce que no hubo bastante con una y tuvieron que hacer otra. Los españoles casi no participaron, ni los suizos, y digo casi porque siempre se participa, de una forma o de otra. Por ejemplo con la gloriosa División Azul, o ayudando a cientos de judíos y franceses a escapar de los nazis, mediante una inteligente resistencia. Y, ¿cómo nos lo pagan los franceses?, aunque al principio es cierto que acogieron muchos inmigrantes, la verdad es que nos queman los camiones de naranjas, verduras, fresas de Huelva etc, y seguro que entre alguno de esos desagradecidos pirómanos está el hijo de algún francés ayudado por españoles.

Inicios: La guerra empezó como todas, con un disparo primero, otro después y luego ya se sabe, pero deberíamos mirar un poco más allá, introducirnos en la mente que urdió todo aquello, hacer el análisis del cerebro ansioso de poder y odio que un buen día pensó: ¡Mmm!, ¡qué bonita es Polonia, y Checoslovaquia!, me las quedo. ¡Anda!, y Hungría, pues también me la quedo. O sea, exactamente igual que algunos vascos con las Vascongadas, que les gusta Navarra, el sur de Francia, y no cogen Valencia porque esa se la piden los catalanes.

Por ello se puede decir que esas mentalidades, esos polvos, acarrean estos lodos. Lo malo de aquello que en su día hizo Hitler, no es ya el hecho de ocupar lo que no era suyo, sino la vista gorda que hicieron los franceses y los ingleses, ya que esa invasión quitaría de en medio a muchos comunistas de Europa. Y, bueno, bien está quitarlos, pero de otra forma digo yo. Pero amigo, el afán hitleriano no quedó ahí y dijo: "también me gusta París", y como los franceses no parecían dispuestos a regalárselo, en una semana no sólo se quedó con París sino con toda Francia. Y es que los nazis podían ser más o menos listos, pero lo que es seguro es que aparte de ansiosos eran rápidos y amigos de lo ajeno.

Romel: Entre todos los nazis destacó Rómel, y así, cual Cid Campeador, podríamos decir, que qué buen vasallo, si tuviera buen señor.

Lo apodaban el zorro del desierto, evidentemente lo de desierto está claro, y lo de zorro mucho más. Entre los animales los hay para todos los gustos, limpios, sucios, fuertes, listos, perezosos, bravos, escurridizos etc. por ejemplo, limpio cual armiño, sucio como una rata, fuerte como un elefante, listo como un zorro, perezoso como la cigarra, o como el perezoso, bravo como un toro, escurridizo como una anguila, etc. Creo que la pista está clara, además entre los zorros, curiosamente los del desierto están muy espabilados ya que no hay casi ni comida ni agua, y sin embargo ellos comen y beben estupendamente, recordando a amplios sectores de la población andaluza, que dicen no tener de ná, y sin embargo sin dar un palo al agua no les falta nunca para el fino y los pescaítos. En fin, que no es necesario aclarar más por qué a Rómel lo llamaban el zorro del desierto, y es que era el más listo y por eso comía y bebía mejor que sus compañeros.

Luchó contra los ingleses en el Sáhara, contra el ejército apodado las ratas del desierto, y utilizando la misma hipótesis, vemos claramente que en realidad el agua la tenía Rómel, y los ingleses en vez de zorros quedaron en ratas. Esta falta de higiene en el fondo les vino bien, porque los nazis cuando se enfrentaron a los ingleses no pudieron resistir el olor, y menos con esas temperaturas, y con el famoso olfato que tienen los zorros, no es de extrañar que Rómel perdiera la partida.

Consecuencias: Las consecuencias de la guerra fueron múltiples. Se puede decir sin miedo a equivocarnos que murió demasiada gente. También que se destruyeron ciudades, pero sobre todo que fue el final de Hitler, aunque no del nacional socialismo, ya que nacionalistas siempre hay, y socialistas también. También fue el final de Rómel, pero no de los zorros, ni de las ratas, ni de los desiertos, al contrario, estos avanzan como Paton avanzó por Europa, ya que hubo mucha deforestación, y además llueve poco y mal caído. Pero la principal consecuencia de la guerra fue que no aprendimos nada, que quizá es necesario otra un poco más fuerte para ver si nos damos cuenta de que no se debe guerrear más, por múltiples motivos que no explico porque nos desviarían del tema.


Marx.

Su auténtico apellido era Marks, y su primer nombre Leonard. Gran amante del teatro e ingenioso hidalgo del surrealismo, aprovechó las mismas pasiones que albergaban sus hermanos para lanzarse a una meteórica carrera teatral y cinematográfica..

Sus nombres auténticos eran Leonard (Chico), nacido en Nueva York en 1891 y muerto en Hollywood en 1961, Arthur (Harpo) 1893 - 1964, mismas ciudades, Julius (Groucho), Nueva York 1895- Los Ángeles 1977. Herbert (Zeppo), Nueva York 1901 - Palm Spring 1979. Había otro, menos conocido que se llamaba Milton (Gummo), nacido en Nueva York en 1894 y muerto en Palm Spring en 1977.

Su primera película es de1929 se titulaba Los cuatro cocos, basada en uno de sus espectáculos teatrales, igual que la segunda, titulada en español El conflicto de los Marx.
Otras obras que hicieron fueron:

Pistoleros de agua dulce o Naderías de 1931.
Plumas de caballo 1932.
Sopa de ganso 1933.
Una noche en la ópera 1935.

A partir de una noche en la ópera, Zeppo dejó de trabajar con ellos.

En 1948 terminó su carrera cinematográfica, pero nos dejaron obras maestras de lo que es el humor del absurdo, sobre todo con el diálogo desenfrenado de Groucho, difícil de igualar.

Con ellos trabajaron directores como Robert Florey, Victor Heerman, Norman Z. Mc Leod o Lee Mc Carey.

Stalin.

Es el seudónimo de un ruso moscovita que se llamaba Josif Vissarionovic Dzugasvili, o lo que es lo mismo Gori para los amigos.

Nació en 1879, y ya desde pequeño fue un revolucionario, participando en cuestiones clandestinas y protestando por todo, lo cual le daba ese típico carácter de niño conflictivo, peleón pero al mismo tiempo de repelente niño Vicente, aunque como he dicho se llamaba Josif. Lo peor es que como buen agitador de masas, no sólo las pagaba él, sino todo aquel que le anduviese cerca. Estar metido en tanto jaleo, hizo que le deportaran a Siberia, lugar poco acogedor, cuya calidez brilla por su ausencia, y donde si te haces llamar Gori, puedes convertirte en la amiga de todos. Así que lo mejor era pasar a ser Stalin, que en ruso significa acero. De esta forma se pueden evitar problemas sobre todo de asiento.

Se puso de parte de Lenin, comandó a los bolcheviques, y se alió a la muerte de Lenin con todo el que pudo con tal de quedarse el poder y que no lo cogiera Trotsky.

Se le ocurrió hacer las purgas, no para que se rascaran, sino para que todo aquel que estuviera en contra de él, o si no lo estaban que lo pareciera, y si no lo parecían porque se le antojaba, fueran deportados a Siberia, o simplemente liquidados in situ. Más de veinte millones de personas fueron ejecutadas en nombre del comunismo Stalinista, cifra que se queda corta si la comparamos con los más de setenta millones de chinos que fueron asesinados en nombre del comunismo de Mao.

En resumen, de Stalin podemos decir que era un revolucionario que daba igual el método usado con tal de satisfacer sus ansias de poder. Hizo bastante para erradicar el hambre de Rusia, simplemente se fusilaba al hambriento y se le acusaba de capitalista. Impuso en varios países su forma de entender el comunismo marxista. Puso a los científicos a desarrollar un gran arsenal atómico. Debía ser bastante narcisista, ya que hizo poner su nombre a una ciudad. Pero incluso a él, el hombre de acero le llegó su hora, aunque le llegó en forma de hemorragia cerebral en 1953.

Nunca fue juzgado como genocida.

sábado, 7 de junio de 2008

IV. LA SEÑORA RITA.


La señora Rita.


Empezó con un quiosco y cuatro cositas en un cachito de local que luego sería la balonera, al lado del gimnasio del colegio. Posteriormente pasaría a ocupar un buen local junto al teatro cuando quedó libre tras enviudar la inquilina del mismo.

Era famosa por los bocadillos de patatas bravas y de tortilla española, que los preparaba con un gusto exquisito, y no lo digo porque los alumnos a la hora del recreo tuviéramos más hambre que los pavos de Manolo, sino porque hay que reconocerle a la señora el mérito de su cocina.

Movía la pechuga y la amplia circunferencia de su cintura con soltura y agilidad por la barra de seis metros de larga, atendiendo a toda la chavalería que se agolpaba en cinco de los metros, ya que el trocito del fondo siempre estaba ocupado por los profesores que tomaban café y pincho. Todos eran atendidos sin demora bajo la atenta mirada de su marido, el señor Serafín, que desde el fondo la observaba agotado por el esfuerzo que suponía elevar el brazo hasta la boca para dar una calada tras otra a su rechupeteada faria.

Una máquina de marcianitos, otra de bolas y dos futbolines servían para las apuestas y los pierde-paga de los jóvenes que hacían cola por demostrar sus habilidades y buscar el reconocimiento que a lo mejor no conseguían de otra manera. Tres o cuatro mesas cuadradas grandes con sus sillas completaban el ajuar del local en el que se iniciaron al pitillo cientos de chicos, entre ellos los suyos, que eran tantos como dedos tiene la mano y que sacó adelante con gran esfuerzo y dedicación, esos sí, con la inestimable ayuda de la mirada de Serafín, que con su aguardentosa voz advertía a su mujer:

- ¡Rita!, deja ahora esas tazas y atiende a esos chavales a ver que quieren.

La señora Rita le replicaba:

- ¡Toma!, ¿es que no puedes pasar tú aquí un momento y atenderlos?

A lo que Serafín le decía con tono piadoso:

- ¡Vamos mujer, date prisa que no pasa nada porque friegues más tarde!

Luego te miraba con gesto achinado a causa del jirón de humo que se le había metido en el ojo, enseñaba el hueco del diente esbozando una leve sonrisa y haciendo una especie de "chik" con la lengua, guiñaba mientras con el pulgar señalaba a su mujer y decía en voz bajita para que su señora no le oyera:

- ¡Je!... ¿Qué te ha parecido?... ¿eh?... ahí la tienes.

Alguna vez, medio en broma medio en serio, algún profesor le dijo que ya le valía, que bien le podía echar una mano de vez en cuando.

A lo que él respondía muerto de risa.

- ... Y los huevazos que hay que tener para esto.... ¿eh?

- Anda hombre que no te vas a agotar.

- Ya lo sé yo, a ver quien te crees que ha cortado la tortilla...

Y así durante treinta años.

III. EL PARLANTE.


El Parlante.

Ríos de tinta podrían correr si contáramos la historia que circundaba a este curioso personaje, apodado “el Parlante”, mote que le iba a su “einsteiniano” pelo, ya que era un cura capaz de decir un millón de palabras en una hora, querido por muchos y no tanto por otros muchos.

Don José Luis, era un hombre mayor, muy mayor, realmente muy mayor. Según él, allá en los ochenta, decía tener 50 años, seguro que era verdad, 50 años y 1.200 meses. Tenía el pelo blanco, arremolinado por los laterales y con grandes claros en la parte alta de su cabeza, que le daban ese aire característico de científico loco. Sin embargo, su estado físico era increíble, podía subir las escaleras de dos en dos, como un chaval de doce años, con la diferencia de que hasta ese chaval se cansaría tras subir dos o tres plantas, y más si son de pisos altos como los de los colegios antiguos. Don José Luis, no sólo no se cansaba, sino que ni siquiera se le aceleraba la respiración cuando llegaba. Su voz parecía sacada del ejército, aunque todo él parecía sacado del ejército. Disciplina y rigidez eran dos de sus principales características.

Cuando tocaban el timbre, los alumnos formábamos en el patio en filas de a dos. En cuanto se hacía el silencio, y sólo se oía el rumor del tráfico que pasaba por la vecina avenida de Portugal, una enérgica voz parecía tronar desde lo más alto, era él. ¡Tercero ciencias!, no decía más, y echaba a correr escaleras arriba. Todos sabíamos que la clase que primero empezaba, y que último terminaba, era la de ciencias.

Cuando se le preguntaba que cómo podía estar tan ágil, te invitaba a ir con él a las siete de la mañana a correr por el patio, y a desayunar dos manzanas. Nada de alcohol, nada de tabaco y mucha ciencia. Esos son los pilares de una vida sana, “mens sana in corpore sano”, pero sobre todo, estudiar ciencia.

A veces respondía que él era un hombre joven, y que a los cincuenta no puedes estar achacoso, pero esto no coincidía con la historia de su blanco pelo.

El pelo blanco.

Recuerdo la historia que contó con voz grave y firme, leve temblor en su cabeza que le hacía gesticular un perpetuo “no”, la parte superior derecha del labio de arriba visiblemente levantada, el brillo de una salibilla que descendía desde la comisura de su boca, y su eterno y constante “realmente” “verdaderamente”, muletilla que al hablar repetía sin cesar. Dijo:

“A mí realmente, se me puso el pelo blanco siendo muy joven”. No tendría ni verdaderamente veinte años, cuando fui detenido realmente en la Guerra Civil Española con unos amigos. Nos metieron verdaderamente en un camión y nos llevaron por los caminos. No nos dijeron en ningún momento donde nos llevaban, pero sabía realmente que si no hacía algo urgentemente, no vería el siguiente amanecer. Armándome de valor verdaderamente, en una curva, salté del vehículo en marcha, rodando hacia el lateral del camino sin que se me viera, y esperé realmente oculto a que el peligro se alejase. Oportuno salto aquel verdaderamente, porque pocos minutos después oí el fragor de una ametralladora que acabó con la vida de mis compañeros. Yo pude escapar, pero pasé tanto miedo que se me puso muy rápidamente el pelo realmente blanco”.

La historia es conmovedora, y cierto es que en las guerras este tipo de cosas están a la orden del día aunque se mienta y se niegue que ocurran. Pero entonces tenemos un lapsus temporal, y si tenía casi veinte años en la guerra, entonces este hombre rondaba los setenta, así que, cómo era posible que subiera las escaleras de esa manera, acaso ¿habría hecho un pacto con el diablo?, no puede ser, porque era cura, la única respuesta, es que los alumnos estábamos ante un portento de la naturaleza y no nos dábamos cuenta.

La verdad es que a veces se le iba bastante la cabeza, y no lo digo por ese leve temblor que tenía en ella, sino porque contaba cada historia para echarse a temblar, que si encima te reías, podían soltarte a los perros.

Cuando nos contó la batalla de por qué se le había puesto el pelo blanco, no faltó quien esbozara una sonrisa, e incluso que directamente se partiera el pecho de risa, dejando al profesor alucinado, mirándole fijamente mientras se reía de él. Fuera verdad o mentira su historia, no era para reírse, porque bien sabido es que esas cosas pasaban. Pero lo que no olvidaré, es que para dar firmeza a su teoría del pelo blanco, se apoyó en la historia de un amigo suyo que también desde muy joven lo tenía igual.

La historia era la siguiente:

“Yo tenía un amigo, también profesor de ciencias realmente, que tenía el pelo negro, como verdaderamente negro lo tiene el toro que realmente es de lidia. Un realmente día, yo estaba tomando un café con él, cuando realmente llegó la hora de despedirse. Cada cura a su parroquia. Al día siguiente me crucé con él verdaderamente, y no lo reconocí, me avisó diciendo: José Luis, que soy yo, ¿ya no me saludas?, yo, pasmado dije: ¿fulano?, realmente ¿eres tú?, por el realmente amor de Dios, ¿qué ha pasado contigo?, Si ayer lucías una verdaderamente hermosa cabellera negra, y hoy tu pelo es blanco como la alta montaña. Me dijo:

-Efectivamente, ayer cuando nos despedimos, mi pelo era negro, negro como lomo de Blata Orientalis. Llegué a casa, me di un baño, cené, y tras clasificar los huesos del esqueleto que me regalaste, los dejé en su saco y me dispuse a ir a la cama. Así lo hice, y no me había quedado dormido del todo, cuando sentí unos golpecitos en el hombro, como si alguien me estuviera llamando. Abrí los ojos, encendí un candil, y asistí aterrorizado al espectáculo más dantesco que jamás hubiera imaginado: El esqueleto se montó, y me habló, y me dijo: ¡Oye!, ¡Qué hago yo aquí?, si yo fui un alma en pena, debes devolverme al estercolero del que nunca debí salir.

A mi amigo aquello le marcó verdaderamente, se llevó el gran susto de su realmente vida, y así como a mí el pelo tardó varios días en ponerse blanco, a mi amigo no tardó ni 24 horas realmente”.

Incrédulos, incapaces de dar crédito a la historia que acabábamos de oír, empezamos a intercambiar miradas los unos con los otros, hasta que ocurrió lo inevitable, las fosas nasales de Mayor trompetearon como nunca lo habían hecho, provocando que los gaznates de cuarenta jóvenes estallaran en tal carcajada que fue correspondida como si del eco se tratase por varias aulas del colegio. Jamás un curso al unísono se había reído con tales decibelios, ni siquiera cuando el "Rober" nos obsequiaba con una de sus sonoras y apestosas flatulencias fruto de sus nada ligeras digestiones.

Aunque parezca mentira, este señor, era el que juzgaba si un alumno tenía que aprobar o suspender su asignatura, la cual se convertía en la más voluminosa de todas, porque aparte del libro podía dar otros cien folios más para cada examen. De hecho, para sus exámenes, había que pedir prestada la hora del siguiente profesor, porque era materialmente imposible terminarlo en una hora. Esto trastocaba los planes de muchos otros profesores, los cuales protestaron, y le dijeron que qué pasaba con su asignatura, que los chicos decíamos que no nos daba tiempo a estudiar las de los demás, por la cantidad inhumana de cosas que nos hacía estudiar. La respuesta del Parlante era: “algo tendrá el agua cuando la bendicen, la ciencia es la ciencia”. Afortunadamente, no todos nos bendijeron sus asignaturas y poco a poco fuimos saliendo adelante. Así que la solución que se adoptó, en detrimento nuestro por supuesto, fue la de hacer los exámenes de ciencias los sábados por la mañana, con un límite máximo de cuatro horas.

La fábula de la zorra y el busto.

Por supuesto, don José Luis fue uno de los que trajo de cabeza a Montero, y si veía que se podía aplicar alguna historia a alguien, le faltaba tiempo para contarla.

A Montero le aplicó la fábula de la zorra y el busto.

“ Había una vez, realmente una zorrita que iba de caza por el bosque. La zorrita iba feliz verdaderamente, porque debido a su indudable astucia, nunca le faltaba alguna pieza que llevarse a la boca, de repente, la zorrita vio unaaa... realmente figura, figura humana entre unas ruinas. En alerta y agazapada se acercó curiosamente para verla mejor, y cuando estuvo verdaderamente a un metro de ella, descubrió una preciosa estatua que la dejó maravillada durante unos segundos. La admiró un poquito más, y acercó su patita a la cabeza de aquella efigie, le dio dos toquecitos, “toc toc” y exclamó: ¡Me lo imaginaba!, hermosa pero hueca y sin seso. Como tu cabeza Montero”.

Las acometidas de éste hombre hacia Montero no tenían fin, y no paraba de aplicarle el dicho popular,

-“Montero, en tu cabeza salta la liebre, porque donde menos se piensa salta la liebre”, para regocijo de los alumnos que esperábamos cualquier excusa para explotar de risa y aliviar la tensión latente que sin duda se podía masticar en las aulas.

Quizá fuese también, porque el muchacho cogió fama entre los educadores de hacer exámenes gloriosos, de esos que deben pasar a la posteridad, y que sería una pena que se perdieran.

Lo mejor, de todas formas, era cuando alguna vez escribía algo que se acercaba remotamente a la respuesta esperada por el maestro, y éste le suspendía, la manera de protestar y de decir que, si es que acaso teníamos que saber tanto como el que escribió el libro, que si así fuera, él no sería el alumno, sino el profesor, o que si eso era un examen de colegio o es que estaba realizando un doctorado.

Algunas de las respuestas que el bueno de Montero dio en el bachillerato dejaron perplejo a unos y arriñonados de risa a otros.

Las preguntas eran muy claras.

Las respuestas también:

P.- LA LEVADURA.

R.- La levadura es un hongo. Como buen hongo que es, no tiene clorofila. Lo que pasa es que tampoco tiene forma de seta, por lo cual entra en la gama o categoría de hongos atípicos, ya no sólo por su coloración, sino como he dicho por su forma informe.

No es un caso extraño, hay muchos hongos atípicos los cuales no pasamos a describir por dos motivos bien diferenciados:

a.- La gran cantidad de ellos y su enorme complejidad,

b.- No es el caso que nos ocupa.

La característica principal de la levadura, es como su nombre indica, que eleva y endurece, porque viene del latín, o sea que los romanos ya la conocían y utilizaban. Por eso desde tiempos muy remotos los artesanos panaderos la utilizaron para la fabricación de hogazas de pan, tradición que ha llegado hasta nuestros días, aunque ahora se llaman barras, colones, fabiolas y un amplio surtido de manjares que la repostería y panadería nos brinda.

Como bien digo, eleva, y esto hace que la masa crezca, pero creo que al pan Bimbo no se la ponen, por eso es diferente, más blando y en rebanadas.

Gracias a la levadura, y a los hongos en general, la humanidad se pudo desarrollar mejor, y así convertirse en una especie que ha podido conquistar los cinco continentes.
P.-SERES UNICELULARES.

R.- Como bien indica su nombre, unicelular significa que tiene solamente una célula. Esto lo sabemos porque si tuviera dos células ya no sería unicelular, sino bicelular, si tuviera tres células ya no sería bi, sino tricelular, y así sucesivamente con los demás números. Y es que no hay nada como conocer los prefijos griegos para saber de cuántas células hablamos.

Hay más ejemplos, unicornio sería ese animal mitológico que tenía forma de caballo con un hermoso y respetable cuerno en el medio de la frente. Bicornio sería por ejemplo una vaca que no esté mocha, o sea, con dos cuernos, y tricornio sería, como todos sabemos, el gorro de la benemérita, lo cual es curioso, porque realmente no es que tenga tres cuernos, porque si tuviera tres cuernos, en vez de un tricornio sería un triceratops, que ese sí que tenía aproximadamente tres cuernos.

No obstante, se presume que el triceratops era marrón, con un pellejo durísimo a modo de coraza, mientras que el tricornio es negro charol, por lo tanto si de lo que se trata es de cambiarle el nombre, quizá habría que empezar por cambiarle el color a uno de los dos, o al triceratops, o al tricornio. La verdad es que un triceratops negro charol sería bonito, como bonito es un toro zaino, lo que no pega ni con cola, es un tricornio marrón acorazado, debido a que el uniforme es verde, si al menos fuera caqui, quedaría mejor. En resumen, es mejor que el triceratops sea negro zaino o si me apuran negro charol, a que el tricornio de nuestros agentes sea marrón, aunque no por ello dejará de ser un misterio que el sombrero de la Guardia Civil se llame tricornio, pero como digo es sólo un ejemplo.

Todos hemos sido seres unicelulares alguna vez, una pequeña célula masculina cargada de información, de gran agilidad y rapidez de movimiento, ansioso por encontrar pareja, la cual es una sola y sedentaria célula femenina, para unirse casi eternamente, y formando un dúo, al principio, crecer y multiplicarse para desarrollar un nuevo ser de mayor o menor éxito. Digo casi eternamente porque un día llegará la muerte, con su reloj y su guadaña, apartándote del mundo de los vivos para devolverte a la tierra donde tus células una a una se irán descomponiendo y separando al igual que un día, una a una se fueron uniendo, convirtiendo un ser pluricelular, en infinidad de células sueltas pero únicas.

Como podemos ver aquí, acabamos de manejar otro prefijo aplicable a las células como es “plur”, o lo que es lo mismo, mucho, pero la cuestión que nos ocupa es la de los seres unicelulares, los cuales han quedado ampliamente explicados.

P.- LOS PROTOZOOS.

R.- Esta pregunta, constituida de esta manera puede llevar a equívocos, lo correcto sería decir: El protozoo, y es lógico, ya que si desmembramos la palabra, nos encontramos el prefijo proto, del griego y que significa el primero, por tanto, ya a nadie le puede quedar la duda de que el primer vino de España fue el Protos, y zoo, que es el lugar donde se guardan animales de diversos lugares del mundo, para que las personas amantes de los mismos puedan conocerlos sin tener que desplazarse al lugar de origen de estos animales.

Todo lo dicho anteriormente si lo unimos, nos da que protozoo, es el primer zoo.

Seguramente, los primeros en acumular animales para que los vieran otras personas, fueron los romanos, que tenían bestias de muy diversos sitios, las cuales podías visitar de dos maneras:

a. Voluntariamente.

b. Involuntariamente.

Si las visitabas voluntariamente, o punto "a", o primer punto, o protopunto, quería decir que eras ciudadano romano, podías verlas a modo de espectáculo, comprarlas etc, lo cual implicaba un gasto que solo unos pocos podían permitirse, excepto si se trataba de los juegos, en honor a los dioses, en cuyo caso podías entrar a verlo pagando una módica y más popular cantidad.

Ahora, si aplicamos el punto b, o involuntariamente, quiere decir que eras cristiano, y que también ibas a ver a las fieras, pero más de cerca y en el circo, eso sí, con la entrada gratuita.

Esto nos lleva a pensar que tener la ciudadanía romana, no era tan ventajoso, porque tenías que pagar bastante en impuestos, pero la verdad es que estabas más seguro que si eras cristiano, porque el único sitio al que podías acceder gratuitamente era al circo, y encima sólo se reían los que habían pagado la entrada.

Hay historiadores que piensan que esto ya lo hacían los egipcios, pero está por demostrarse, de hecho hasta nuestros días han llegado muchas pirámides, pero de zoos nada, a menos que se interprete al escarabajo o a Anubis como animales en cautiverio, pero eso sería un error, ya que Anubis era un Dios. Así que yo me quedo con la versión romana.

P.- LA ATMÓSFERA. EL OXÍGENO.

Atmósfera es una palabra que viene del griego y que significa esfera de vapor, porque atmós es vapor y fera es esfera.

Y es que ya en la antigua Grecia, se sospechaba que a la Tierra le rodeaba algo.

Cabe destacar que mientras en la Edad Media y hasta no hace mucho, se pensaba que la Tierra era plana, los griegos ya hablaban de esferas de vapor, ¿acaso los griegos sabían que la Tierra era redonda? Pues sí, lo sabían. Entonces también hay que preguntarse por qué esta evidencia se negó durante cientos de años. ¿Qué se conseguía negándolo?, ¿quién se beneficiaba de ello? ¿Acaso durante este periodo de negación no se respiraba?, o es que ¿no se llamaban a las cosas por su nombre y se desconocía la palabra atmósfera? ¿Nadie sabía griego?

Los meteorólogos dicen que hay varias capas superpuestas, y por ello la podemos dividir en capas de arriba o superiores, y capas de abajo o inferiores. Ahora bien, algunos no descartan una capa media, llamada también capa intermedia, donde se producen los fenómenos meteorológicos o meteoros. Dígase la lluvia, rayos, nieve etc...

También en la atmósfera hay viento, que se puede clasificar según su intensidad, desde una simple y pacífica brisa, al devastador y terrorífico huracán.

Lejos de ser pacífica y tranquila, podemos definir la atmósfera como una inmensa marmita donde se cuecen todo tipo de calmas y tempestades, afectando mucho al clima, dando zonas frías y borrascosas, o zonas templadas o anticiclónicas, por eso cuanto más cerca de los polos, más frío hace.

También podríamos decir que la atmósfera está compuesta de varios gases de mayor o menor intensidad, y muy diversa índole.

-El oxígeno.

¡Qué decir del oxígeno que no se haya dicho ya! El oxígeno es lo más importante, sin él no hay vida, sin él no hay agua, todos moriríamos sin oxígeno, nos asfixiaríamos. Todo se basa en el oxígeno, y este se representa con la letra O.

Es un gas noble, porque solo se compone de oxígeno, y aunque los contaminantes de la atmósfera sean muchos, y parezca que se mezclan, no es así, y por ello es noble. No obstante, el aire no se compone sólo de oxígeno, también tiene hidrógeno, helio, ozono, anhídrido carbónico, carbono y un largo etc..., pero esto en el campo que el aire es puro, porque en la ciudad hay que añadirle un montón más de elementos que casi es preferible no saber.

El oxígeno es miscible, ya que si le añadimos tan sólo dos moléculas de hidrógeno nos sale agua. Y el agua es la base de la vida tal y como la conocemos. Eso no quita que pueda haber otras formas de vida en otros planetas, que no esté basada en el oxígeno, carbono y demás, ya que podemos intentar imaginar vida que se base por ejemplo en el azufre o en el cuarzo por decir algo, pero todavía está por demostrar porque no creo que nadie lo haya visto. Aunque si hubiera esas formas de vida extraterrestre, y alguien las hubiera visto, sería porque habrían llegado hasta aquí, lo cual me parece increíble, y plantea múltiples interrogantes que no pasaremos a exponer para no distraernos del tema que nos ocupa, eso sí, de existir, ¿a qué vendrían aquí?

La función principal del oxígeno es la de que podamos respirar. Animales y plantas necesitan del oxígeno para poder nacer, crecer, multiplicarse. Ahora bien, para morir no hace falta, pues para ello es más fácil si el oxígeno escasea o incluso si falta.

Como decía antes el oxígeno es más puro en el campo que en la ciudad, eso es indudable, pero hay más en la ciudad ya que muchas veces cuando estás en el campo, por ejemplo en las montañas la gente siempre dice que parece que les falta oxígeno, y es verdad, por eso los alpinistas llevan bombonas.

El oxígeno se utiliza principalmente en medicina, para hacer entre otras cosas agua oxigenada como bactericida excelente, y por supuesto en combustión, si no hay oxígeno, no hay fuego, por ello hay que bajar a la mina con unas velas, y unas cerillas, y si la llama no es normal, lo mejor es salir porque dentro puede faltar oxígeno con las graves consecuencias que eso trae.

También el oxígeno es, por otro lado el culpable de la oxidación de los metales, ya que los ataca y hace que se les ponga esa cascarilla, la cual si te corta te produce el tétano y hay que vacunarse, por tanto indirectamente se ha avanzado en la investigación científica en la vacuna contra el tétano gracias al oxígeno. En resumidas cuentas, y como opinión personal, creo que es bueno que haya oxígeno, pues reporta más cosas buenas que malas, y vale la pena estudiarlo a fondo.

P.- DESCRIPCIÓN BREVE DEL REINO VEGETAL. LA REPRODUCCIÓN POR ESPORAS.

R.- No es exactamente un reino, habida cuenta de que las plantas llevan muchos más años en la tierra que nosotros, y ocupan todos los territorios sin ser patrimonio exclusivo de ningún país.

CLASIFICACIÓN:

A- Por su alimentación, las plantas pueden ser: Comidas y Comedoras.

Plantas Comidas: Todos los herbívoros necesitan de las plantas para vivir de ahí que la palabra signifique comedor de hierbas o plantas. Estos serían los ungulados o también llamados fitófagos.

Plantas comedoras: Sería al revés que las otras, este tipo de plantas se comen a los animales, por ello se les llama carnívoras o comedoras de carne. No suelen ser muy grandes, por eso los animales que cazan suelen ser pequeños insectos y cosas así.

Suelen tener dos valvas como las almejas, pero carnosas y con pinchos, de manera que cuando una mosca entra, acciona un resorte, las valvas se cierran, y esos pinchos hacen las veces de los barrotes de una jaula y la mosca no puede escapar. Por eso este género de plantas se llaman las papamoscas porque papean moscas.

B- Por su tamaño pueden ser: Árboles y arbustos.

Los árboles son grandes, pueden crecer rápido como los chopos y los frutales, o lentos como las encinas. Atendiendo a sus hojas, estas pueden ser perennes si nunca se le caen, más que si están viejas o muertas como las de las encinas, o caducas, que se le caen en otoño como le pasa al roble, que aunque parezca una encina, no lo es, y para diferenciarlos no hay más que esperarse al otoño si no eres un experto en botánica.

Los árboles son buenos para la obtención de madera, pero es bueno para nosotros, no para el árbol. Y atendiendo al tronco, hay dos tipos de madera, mejores como el nogal, y peores como la del eucalipto, aunque este huele mejor.

Los arbustos son más pequeños, como el acebo, y se utilizan más como decoración, por ejemplo en Navidad, aunque también se utilizan pinos, pero son pinos pequeños. Son muy importantes porque entre otras cosas dan refugio a infinidad de especies cinegéticas, que nos depararán entretenidas tardes de caza.

C- Por su decoración pueden ser: Con flores o sin flores.

Plantas con flores: Son aquellas que tienen flores. Pero, no pensemos que las tienen porque sí, es para que vayan los insectos y las polinicen, así dan fruto y con un poco de suerte ese fruto con su semilla germinará y perpetuará la especie.

Plantas sin flores: Son las algas, que no tienen flores porque en el mar no hay insectos y no necesitan ser polinizadas, más que nada porque no pueden. Ahora bien, la naturaleza es tan sabia, que estoy seguro de que si en el mar hubiera insectos nadadores como en los ríos, las algas tendrían flores y las clasificaríamos en otro grupo.

Dentro de las sin flores, también están los helechos, y estos son de tierra, pero ellos han encontrado otro sistema de reproducción que no es necesario exponer.

La reproducción por esporas:

O reproducción esporádica, es la que se produce tan sólo de vez en cuando. No sigue una pauta de comportamiento, ni tiene antecedentes en los que basarse para poder hacer realmente ciencia de ello. En las plantas, este tipo de reproducción es aleatoria, y depende de factores como el viento de ahí la reproducción eólica, de las corrientes (reproducción acuática), de la lluvia o pluvio-reproducción, de la fauna y de tantas y tantas casualidades que se pueden dar para procrear.

En los animales también es casual, aunque se está avanzando bastante en la materia, porque en muchas especies se ha observado que se da a lo largo de la primavera, por ejemplo dentro de las aves, y en otoño- invierno en algunos mamíferos para que los alumbramientos coincidan más o menos en las mismas fechas en primavera.

No obstante algunas especies animales, son los mejores ejemplos de reproducción esporádica, como los caninos o los humanos, que no necesitan de cambios de clima, o de intensidad lumínica para intentar la reproducción, simplemente aprovechan la oportunidad cuando surge, sin seguir un patrón determinado. Esto los convierte en especies de éxito en bajo peligro de extinción.

P.- LAS LEYES DE MENDEL.

R.- Mendel fue un genio. Aparte de que fuera más o menos inteligente, podemos decir que era un genio porque se cultivó, se preocupó por explotar ese talento natural, ese don que poseía, otros sin embargo quedaron en el camino. Al igual que en la Biblia, que un hijo se encargó de conservar sus talentos, otro los malgastó, y el tercer hijo multiplicó los talentos, así hizo Mendel. Ese tercer hijo pudo ser perfectamente Mendel, figuradamente hablando, claro. Porque evidentemente la Biblia es anterior. No obstante, entre la Biblia y Mendel, hay más similitudes, no sólo el cultivo del talento, sino que si nos fijamos bien, en las Sagradas Escrituras, podemos ver reflejados los mandamientos de la Ley de Dios, y en los escritos de Mendel, encontramos las Leyes de Mendel.

Este austriaco, además siguió los caminos del Clero, e incluso llegó a ser Abad.

Aún así, hay más mandamientos divinos, que leyes mendelianas. Mendel leía mucho, estudiaba mucho, pero ante todo fue un hombre ecuánime y justo, aunque el hecho de hacer leyes, no implica que fuera juez. Lo que sí que es cierto, es que entre sus grandes descubrimientos, podemos destacar tres, que han quedado como leyes.

- Como científico naturista, descubrió que si cruzas genes, salen hijos o descendientes con características similares a los padres, esto lo hizo con guisantes y con otras muchas plantas. Y es que aunque todos los guisantes parezcan iguales, no lo son. Por tanto dijo que uno de los padres era R, y el otro era r, en razas puras claro, entonces los hijos podían ser clavados al padre y ser RR, así que tenía genes dominantes. Si tenían mezcla sería Rr, y serían hijos del montón. Y si era rr, sus genes serían recesivos. Estudiando esto durante generaciones, se puede llegar a prever como serán las características probables de un hijo. Aplicado a los humanos, es lo mismo, pero se utiliza el Rh, y en vez de dominante o recesivo, se usa positivo o +, y negativo o -.

- Como químico descubrió el Mendelevio, que es un elemento de la tabla periódica que se utiliza sólo para investigación y tiene cuatro isótopos.

- Como músico, nos dejó la sinfonía que, seguramente más se ha tocado del mundo, la famosa marcha nupcial.

En resumen, podemos decir que este clérigo si hubiera tenido los medios actuales, no sabemos dónde habría podido llegar, y es justo englobarlo entre los grandes genios que el mundo ha dado, desde la antigua Grecia hasta nuestros días.

P.- EL HUEVO O CIGOTO.

R.- Aquí radica el gran misterio de la vida, que no es otro que ¿quién fue primero?, la gallina, o el huevo o cigoto.

Tenemos que dejar claro que el huevo o cigoto es lo mismo, sino en medio de las dos palabras no pondríamos la vocal “o”. No obstante, la mayoría de la gente lo llamamos huevo.

El huevo es la parte de la gallina que tiene cáscara.

CLASIFICACIÓN:

Por su color. Los hay blancos, y los hay marrones rojizos,

Por su contenido. Los hay de una yema, y a veces salen de dos.

Por su tamaño. Pequeños, medianos y grandes, suele depender del peso en gramos.

Por su elaboración: crudos, cocidos, fritos, en tortilla y pasados por agua.

Por su forma: Ovoide u ovalado sino no se llamaría huevo, y esférico como los de las tortugas que por eso también se les llama cigoto.

No debemos dejar pasar la oportunidad de aclarar que por su tamaño, los hay realmente grandes como los del avestruz, grandes como los de los pingüinos, medianos como los de los patos, pequeños como los del colibrí, muy pequeños como los de las moscas grandes y realmente pequeños como los de las moscas pequeñas, aunque proporcionalmente sean más grandes que los del avestruz pero sin cáscara.

Se componen de tres partes principalmente que son la cáscara, la clara y la yema.

El secreto está en que la yema no quede muy hecha, la clara tenga puntilla, y que no aparezca en ninguna de las anteriores ni una brizna de cáscara, pan de pueblo, todo ello con unas papas y quedas estupendamente.

P.- DECIR EL NOMBRE DE UN SER VIVO ACTUAL QUE RESPONDA A LA SIGUIENTE CLASIFICACIÓN:

1º.- Un anápsido quelonio tecóforo del pérmico:
2º.- Un diápsido lepidosaurio escamoso lacertillo del triásico:

R.- La 1ª podría ser Manolo.

Y la 2ª dudo entre Manolo y Chuchi.

P.- EL CARBONÍFERO: ETIMOLOGÍA. LÍMITES INFERIOR Y SUPERIOR. ENUMERAR CUATRO CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES. TIPOS DE FÓSILES.

El carbonífero es un periodo de tantos.

La etimología es el análisis del origen de las palabras, o sea, imaginemos que nos preguntan la etimología de la palabra carbonífero, pues sería decir de dónde viene esa palabra.

Los límites son varias cosas, pueden ser por ejemplo los extremos, o puede ser las lindes, o una situación límite, en matemáticas puede ser el límite de una función f(x), real, en filosofía sería lo que determina o circunscribe a un cuerpo, o el acotamiento conceptual de un contenido mental, íntimamente ligado a lo de la situación límite.

Esta introducción a la palabra límite la hago para que podamos entender el límite inferior y el límite superior de la pregunta en cuestión (valga la redundancia), que se nos plantea, ya que el límite inferior del periodo carbonífero, vendría dado o mejor dicho acotado, pues para eso es el límite, por justo el periodo anterior al inicio del carbonífero.

Por otro lado tenemos que tras el transcurso determinado del periodo carbonífero nos encontramos que tiene un instante final, tras equis miles o incluso millones de años, que hace que finalice, empezaría una nueva era o época, pues ese sería el límite superior, o más cercano a nosotros. Por tanto: límite inferior del carbonífero: desde que acaba el periodo anterior al carbonífero hasta que empieza éste. Límite superior del carbonífero: desde que termina el carbonífero y empieza el siguiente capítulo de la historia de la Tierra, todo ello lógicamente expresado en años, con nombres de periodos y demás datos que haría que nos extendiéramos eternamente.

Las características principales del carbonífero son:

1.- Es una época muy oscura. El paisaje es de lo más negro.
2.- Se forman grandes yacimientos de carbón.
3.- Influencia máxima para la revolución industrial.
4.- Alta contaminación actual debido a la combustión de materiales fósiles provenientes de la época.

Los tipos de fósiles son esos mismos que se combustionan actualmente y que provocan el llamado efecto invernadero, el cual hace que afecte como un invernadero al planeta. Parece una tontería, pero dentro de unos años, quizá no tantos, empiecen a derretirse hasta los polos, y si esto ocurre será catastrófico, sobre todo para las focas, los osos polares sin mencionar a los esquimales.

De todas formas, la única forma de haber evitado esto, y por tanto también es tan culpable como los humanos, es que la Tierra no hubiera exterminado a los Goniatites, Trilobites, las fusulinas, los crosopterigios, millones de artrópodos, anfibios estegocéfalos, peces ganoideos, etc como animales, pero es que también se liquidó mucha flora y vegetación que formaban grandes bosques sobre todo en regiones pantanosas, de especies arbóreas como los calamites, sigilarias, lepidodendros y cordaitales, o vegetación más pequeña como los helechos y pteridospermas. Entre todos ellos formaron el actual carbón, petróleo o gas natural que nosotros aprovechamos y con el que contaminamos, y que si no hubiera existido éste periodo del carbonífero, hubiéramos tirado más de energías renovables como la eólica o no contaminantes como el bioetanol en vez de tanto fósil, por tanto se puede decir que de aquellos polvos vienen estos lodos, y que es un periodo que no debería haber existido, ya que así se hubieran evitado muchas guerras por el petróleo, y tantas barbaridades que se han cometido por dinero. Por tanto, personalmente suspendo al carbonífero.

Aunque parezca mentira, alguna de éstas respuestas, fue considerada válida, porque con El Parlante, debías echar buena fama, y luego podías sestear casi todo el año, pues se puede asegurar, y cientos de testigos hay de ello, que te corregía los dos primeros parciales de cada curso, y si sacabas un seis y un cuatro, tus notas salvo raras excepciones, hicieras lo que hicieras, iban a ser seis y cuatro todo el año. Tan sencillo como que no corregía prácticamente ningún examen más, tras los dos primeros. Quizá estoy exagerándolo, pero si los dos primeros exámenes eran buenísimos, ya no tenías que preocuparte, los miraba muy por encima y tu nota siempre iba a ser alta, por el contrario, si los dos primeros eran terribles, te podías encomendar a San Pedro porque no aprobabas ciencias ni de milagro.

domingo, 1 de junio de 2008

II. DON MANUEL.


Don Manuel.

A las dos de la tarde salíamos del colegio, y de lo único que tenías tiempo era de ir a casa a comer, ya que a las cuatro empezábamos de nuevo.

Había dos cosas por las que rezabas para que no pasaran, la primera, que al llegar a casa no hubiera alubias o cualquier derivado de verduras, y la segunda que no sonara el teléfono.

Era inevitable. Alguna vez comiendo sonaba el teléfono, entonces la angustia se apoderaba de tus entrañas, el pulso se aceleraba y el corazón botaba dentro como queriéndose escapar por las orejas, la cuchara temblaba en la mano como tiembla la llama en una vela, de la frente brotaba sudor ardiente mientras la espalda era recorrida por una helada gota y tu rostro empalidecía mientras la cucharada de puré que tenías en la boca se convertía en una bola casi imposible de pasar. Tu cara se había trasformado y desencajado como si te hubiera poseído el demonio.

Eras consciente de tu inocencia, sabías que no habías hecho nada malo, pero era inevitable pensar si Don Manuel era tan consciente como tú. Hasta que tu madre o tu padre daban señales de que la llamada era de abuelita, ibas pasando un trance que describía todos los estados comatosos a los que te puede llevar el pánico.

Por fin el color tornaba a tus mejillas, el corazón regresaba al pecho, la cuchara se detenía como por arte de magia, el puré se licuaba de repente y el aguacero de sudor,… bueno el aguacero continuaba, dejándote la camisa horrorosamente empapada, lo que indicaba a tu madre que podías padecer un estado febril, que tus anginas iban a estallar, y que quizá sería necesario ir a Don Domingo el otorrino a que te recetara unas espantosas inyecciones, ya que no era normal esos sofocos y acaloramientos en pleno invierno salmantino. Y así durante trece años.

Don Manuel Montes, alias "el Montes", era sacerdote. Si le preguntáramos a muchos qué es lo que mejor recuerdan de Don Manuel, la respuesta para unos sería cuando en misa, parecía que solo a él se le estropeaba el micrófono, saliendo entrecortada su vocecilla, y pudiéndose escuchar solamente entre algún pitido de acople, la última sílaba de sus palabras, sonando algo similar a esto:

- ...bada la cena, ...mó el cá fiiiuuiiii liz ...tre sus manos y d...jo: ..mad y ...bed ...dos ...de él que en verdad os ...go que ...ta es mi san... ...gre de la alianza n...eva y e...erna que será ...rramada por ...sotros y por ...dos los hombres ...ra el ...dón de sus ...cados fiuuuuiiiií, ...ced ..sto en ...memoración mía.

Esto era motivo suficiente para provocar la mofa de los alumnos, y acabada la misa decía:

- Podéis ir en paz, excepto tú, Montero, que mucho te ríes, de penitencia vendrás a misa toda la semana a esta misma hora. Quiero verte bien atento ahí, en el primer banco.

No obstante, para la gran mayoría, el recuerdo principal era el ancho de sus manos, sobre todo de la derecha, que puesto que no había cogido un azadón desde que era niño, tal grosor solo podía responder a la hinchazón provocaba por los guantazos que repartía. La habilidad que tenía sacudiendo caras sería comparable a la destreza de un borracho sobre dos patas de un taburete.

Dio química a los de octavo de E.G.B., religión en otras clases, y allí donde pudiera faltar un profesor, la hora la rellenaba él. Fue tutor de algún curso, pero ante todo, era el segundo de a bordo, era el Secretario.

El departamento de cosas incautadas también lo llevaba, y si querías recuperar lo expropiado, o pagabas la mitad del valor de adquisición, o cumplías condena. Había balones, peonzas, pelotas de tenis, muñecos canicas, pistolas ... en cuantía suficiente para montar una juguetería o una tienda de deportes.

No consentía que se le contestara, no soportaba una insolencia y ni mucho menos un mal gesto. Si la falta era menor, te castigaba severamente, y mientras intentabas explicarlo, solamente decía -lo siento lo siento, pero oiga es que.... - Lo siento lo siento, pero... Don .... - Lo siento lo siento. Era estricto, serio y recto aunque tenía sus debilidades como cualquier persona.

Don Manuel le daba al trago, se decía que fue un sacerdote forjado más por la necesidad que por la vocación, pero demostró cien veces con el ejemplo que era más humano y más religioso que otros que sonreían siempre y que no tenían ni palabra mala ni acto bueno. ¿Verdad, Don Lorenzo?

Su atuendo habitual, era un pantalón de vestir color gris perla, una americana de tono azul desgastado con las hombreras decoradas por unos puntitos blancos de caspa nevada desde su estupendo pelo negro del que presumía que ya no se le caería y que se le despeinaba menos que el de la Sirenita. Camisa y jersey finos, y unos zapatos viejos negros que dejaban ver el abultamiento causado por el empuje de dos magníficos ejemplares de juanete. La puntera era redondeada y ligeramente corvada hacia arriba. Su majestuosa nariz, sostenía unas lentes de montura dorada con negro en su parte superior, que daban mejor visión a unos ojos pequeños y de corta pestaña como cualquier miope de la época. Alto, buen tallo, buena percha y mejor persona, eso sí, ¡ni Orantes tenía ese revés!

Hacia las tres y cuarto entraba en la taberna de la Sra. Rita, donde si no habían llegado, estarían al caer sus compañeros de fatigas, para dar cuenta de unas cuantas manos de tute, y aligerar las existencias etílicas de la tabernera. Entre arrastro y arrastro, sonaba la aguardentosa voz del Segado, el de gimnasia, que decía: - "Rita, Soberano", y justo detrás con voz menos firme, casi vocecilla, decía don Manuel: "Rita, dos, si son dobles mejor, que hoy pagan Alfonso y Félix".

Al llegar las cuatro de la tarde, hora en que sonaba el timbre del patio llamando a filas, salían los cuatro jinetes comentando alguna jugada, hablando todos a la vez, emplazándose para mañana y algo alegres tras la ingesta de algún carajillo, y un repasito a la botella de coñac en unos casos, a la de pacharán en otros y a ambas en otro.

Las filas de cursos, iban desapareciendo poco a poco del patio, la más rápida, cómo no, la que tuviera hora con el Parlante.

El profesor de turno, siempre encabezaba el curso, e intentaba controlar que la gente subiera las escaleras más o menos en silencio y sin armar. Pero la mayoría de las veces, un curso quedaba solo y bien formado en el patio. Era el curso cuya siguiente hora le tocaba con "el Montes". De pronto aparecía el delegado de curso diciendo: - "¡eh!, que subamos!

Todos subíamos medio voceando, pero cuando llegábamos al pasillo donde estaba el aula, se hacía un repentino silencio y lo único que se escuchaba eran los ¡chssssst! de cuarenta alumnos mandándose callar unos a otros. La entrada era ordenada y en total silencio, mientras con el rabillo del ojo observábamos al profesor a ver si estaba enfadado por haber subido veinte minutos tarde.

Don Manuel se encontraba sentado desde las cuatro y un minuto en su cátedra, mirando un libro, con la cara medio tapada por dos o tres dedos en la mejilla, y el pulgar en la barbilla que le sujetaba el peso de la tiesta. Cuando habíamos pasado todos, tras un pequeño resoplido decía:

-"En silencio siéntense". "Página treinta y dos, ya saben lo que tienen que hacer".

Una vez habías abierto el libro por la página en cuestión, veías que el contenido eran los problemas de la lección, y no eran pocos, había que darse prisa en hacerlos porque los que no acabaras en clase te tocaba hacerlos en casa pero cuando ibas a empezar, y el silencio solo era interrumpido por el pasar de las hojas de los libros, sonaba la voz del profesor diciendo:

- Acaso ¿es necesario que yo esté abajo con ustedes para que suban las escaleras como personas normales y sin vocear? Quiero ver como bajan ordenadamente y las suben en silencio.

Salíamos deprisa, sin hacer casi ruido, bajábamos hasta el patio, sabíamos que nos observaba y solo queríamos empezar los ejercicios de química cuanto antes. Una vez vuelto a subir los tres pisos decía:

-Dije totalmente en silencio.

A veces nos tenía su hora subiendo y bajando escalera en fila y con un silencio sepulcral. El número de veces que duraba esa pantomima, dependía de cuántas veces el Segado y él hubieran llamado a la Sra. Rita.

Tras haber subido y bajado alrededor de veinte veces las escaleras, por fin podíamos sentarnos. Justo en ese momento sonaba el timbre del pasillo indicando al profesor que su hora había finalizado. En ese momento nos decía:

- Del tema que estamos dando, ya sabéis que los ejercicios comienzan en la página treinta y dos. Si no os ha dado tiempo de hacerlos en esta hora, me los traéis hechos todos para mañana. He dicho todos, y ni una palabra quiero oír.

A Don Manuel le gustaba pasear por el patio, controlando un poco a los chavales que allí jugaban, incautando algún objeto que él creyera que no debía usarse, como las prohibidas peonzas, o participando a veces de los juegos. Más de una vez jugó con nosotros a los pelotazos, o sea, con dos o tres pelotas de tenis, un grupo indeterminado de muchachos se las lanzaban lo más bruscamente posible con la intención de estrellárselas a un compañero, el cual tras recibir el golpe, cuanto más se rascase mejor. Por supuesto Don Manuel jugaba hasta que recibía la primera lluvia de pelotazos.

Otras veces, dependiendo del humor que gastase ese día, directamente te quitaba las pelotas, y las guardaba en la habitación de incautados.

Algunos días se ponía detrás de una portería de fútbol, y miraba el partido que jugábamos. Mal sitio fue a elegir.

La mente maquiavélica de Zapatero, discurrió que tal y como estaba situado Don Manuel, corría el riesgo de recibir un balonazo. Por lo bajito, pidió que se le pasara el balón, que iba a intentar realizar su maléfico plan. Como si de un incidente más del partido se tratase, recibió el esférico, nadie intentó arrebatárselo, y atizó un potente derechazo, que el portero curiosamente no pudo detener, y que fue directo a la faz del profesor, que estaba pensando en las musarañas. Tal fue el porrazo, que cayó de espaldas dando con sus posaderas en el duro suelo. Atontado por el trompazo, palpaba el suelo en busca de las gafas, que habían salido despedidas a tres metros de sus narices. Rápidamente fuimos todos a preocuparnos por él, con una sonrisilla cínicamente oculta detrás de nuestra preocupación. Le retornamos las lentes, las cuales habían sufrido graves desperfectos quedando totalmente inutilizables. Con cara de resignación y gesto de dolor, el bueno de Don Manuel perdonó al joven agresor mientras musitaba poco convencido, - no pasa nada, ha sido un accidente, no pasa nada. Sospechoso de si no habría sido adrede.

La marca que le habían dejado las gafas alrededor de la nariz, duró dos o tres días, tiempo en el que estrenó lupas nuevas que le sentaban magníficamente.

Olvidado el incidente, quiso el azar que en uno de sus paseos por el patio, el mismo rapaz comentara: - Je je..., mira el Montes, a que le sacudo otro. Dicho y hecho, sin pensárselo chutó el balón con gran virulencia, aunque en verdad sin intención de darle, solo de que la pelota le pasara cerca. Pero no, no fue así, en el mismo lugar de días atrás, el balón fue directo a la cara del profesor, recibiendo tal trompada que se repitió la escena ya vivida, Don Manuel por los suelos y las gafas nuevas destrozadas a escasos metros de éste.

Como accionado por un resorte, el clérigo se incorporó con el ceño fruncido, sacudiendo la cabeza y buscando al agresor. En cuestión de cinco segundos estaba localizado, traicionado por la mirada de todos los alumnos. El muchacho tenía el gesto de horror más espantoso que nadie pudiera imaginar, cuando vio que Don Manuel salía corriendo a por él, señalándolo con el dedo y gritando como un poseso: - Animal, ven aquí, has sido tú, te vas a acordar de mí toda tu vida.

El pobre Zapatero no sabía si escapar o quedarse quieto. Ese lapsus de duda permitió a Don Manuel dejar caer sobre la tiesta del desafortunado el primer zarpazo. Acto seguido lo enganchó por los pelos con una mano, mientras la otra le recordaba a bofetones el precio de las gafas. De esta manera, o sea, a bofetada limpia le fue haciendo subir las escaleras hasta su despacho, donde por lo visto tuvo que llamar a sus padres, personarlos en el colegio, explicar lo ocurrido y por supuesto reponer los anteojos del ministro de la iglesia. Quizá fue ahí donde se fraguó el odio de Zapatero a todo lo que sonara a cura, ya que por otro lado le cayó otra buena azotaina de su padre para que siguiera haciendo el bobo. ¡Vamos!, que entre los guantazos del padre por un lado, y de su padre por el otro a Zapatero le quedó la cara indispuesta.

Y cómo no, enseguida le sacamos los cantares en el recreo de cuyas rimas no quiero acordarme.

Una vez oí que con el tiempo, el pobre de Zapatero, al que Dios había librado de la tara del talento se había metido en no sé que rollos de política, afiliándose a un partido de dudosa credibilidad y militando como un fanático en él, haciendo amistades peligrosas con las que provocó unos espantosos altercados que trajeron horribles problemas a mucha gente sencilla en unos trenes de Madrid. Tras esos incidentes alguien le oyó decir, que los palos del Montes ahora le tocaba repartirlos a él. Pero seguramente que debieron ser habladurías. O quizá no. ¿Quién sabe?

Tras hablar con don Manuel, no era raro que la siguiente entrevista fuera con Don José Luis, vulgarmente apodado el “Parlante”.